martes, 20 de septiembre de 2011
Confidencias con Dios-Niño
No debería de dejar de sorprendernos ver a Dios hecho Niño...Siempre es más fácil que nos acerquemos hacia Él y nos dejemos llevar por la ternura...
CONFIDENCIAS CON DIOS-NIÑO
Te veo niño,
confiado e indefenso,
necesitado de todo:
de cuidados,
de cariño, de alimento…
Inocente y sencillo,
contento
con las cosas pequeñas
que te rodean,
sin preocuparte
el qué dirán,
hacer el ridículo,
o quedar mal
si te equivocas
o si dices algún
inconveniente.
Te veo niño
y pierdo el miedo,
aunque se
que eres mi Dios
y me comprendes:
no estás
con la escopeta cargada,
esperando mis fallos,
ni enarbolando el palo
que enderece mis yerros;
no recriminas
la palabra tosca,
ni censuras
mi tontería del momento.
Te veo niño
y se me esponja
el alma;
bajo las defensas
con las que intento
protegerme
de los adultos;
rindo el castillo
en el que me encierro
en el mundo agresivo
de los mayores.
Contigo
soy yo mismo,
me descomplico,
se hace todo sencillo
y no es preciso
fingir
que lo se todo,
que lo puedo todo,
que nada necesito
de los demás.
Y lo mejor es
que comienzo a aceptarme
con mis errores,
con mis torpezas;
que empiezo
a ser paciente
aunque las ideas
fluyan despacio
si estoy espeso
y cada vez me cueste más
comprender
lo que parece obvio
o se me resista
la técnica
del último invento
digital.
Son las ventajas
de un Dios
que se hace niño,
con todas las consecuencias,
para hacerse cercano
y menesteroso,
compartiendo
la inocencia y la ternura:
lo mejor que siempre queda
del niño que fuimos.
José García Velázquez.
Valdelafuente ( Riaza)
15 de enero de 2004
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