viernes, 11 de febrero de 2011

La sed de Dios


Las palabras "Tengo sed", pronunciadas por Jesús instantes antes de su muerte, han sido tema de contemplación para muchos santos En nuestro tiempo más cercano, Santa Teresa de Calcuta vivió de forma intensa esta realidad y animó a todos a vivirla.

LA SED DE DIOS

Estaba Jesús clavado,
a punto de fallecer,
y escucharon los soldados
que gritaba: ¡Tengo sed!.

Intentaron consolarlo
con un poco de vinagre;
Él lo probó, expirando,
Encomendándose al Padre.

A lo largo de los siglos,
meditando sus palabras,
muchos santos han escrito
que no era la sed del agua,
si no que estaba sediento
nuestro Señor de las almas
y cuando estaba muriendo
su cariño reclamaba.

¿No te sorprende que Dios,
siendo todopoderoso,
tenga sed de nuestro amor?
¡Yo no salgo de mi asombro!

José García Velázquez

Molinoviejo (Segovia) 21 de enero de 2.011

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